Desde fapmi-ECPAT España publicamos un informe de resultados que analiza la problemática de la violencia hacia la infancia y la adolescencia con el fin de conocer las experiencias de niñas, niños y adolescentes para poder ajustar las estrategias de prevención a sus respectivas realidades.

La violencia hacia niños, niñas y adolescentes consiste en cualquier conducta o actitud que se hace (acción) o bien se deja de hacer (omisión) y que provoca un daño físico, emocional, cognitivo, social o relacionado con sus derechos básicos. Esta problemática social y de salud pública tiene importantes consecuencias para el correcto desarrollo de niños, niñas y adolescentes. Además, es una problemática multicausal y polifacética que sucede en todas las sociedades y estratos sociales y que, por tanto, hay que abordar de manera integral para su prevención y erradicación.

Resultados: alta incidencia de victimización online

Los datos analizados en este estudio arrojan conclusiones que reflejan la complejidad de esta problemática, así como las múltiples formas de victimización a las que niños, niñas y adolescentes se exponen. La más frecuente sería la victimización online (47,13 %); seguida por la violencia puntual entre personas menores de edad (23,28 %); el bullying (16,67 %); la violencia intrafamiliar, que afecta al 7,47 %, siendo común entre hermanos/as y cuidadores/as, y otras formas de violencia (humillaciones, agresiones físicas o de género, etc.) reportadas por un 5,46 % de las personas participantes.

El estudio también pone de manifiesto que la violencia hacia la infancia y la adolescencia también tiene lugar en distintos contextos, con variaciones significativas según género, edad y medio. Al respecto de la edad, las personas entre los 5 y los 12 años experimentan más violencia intrafamiliar, mientras que los y las adolescentes son más vulnerables a la violencia online y conductas de riesgo relacionadas con el intercambio de materiales e imágenes de contenido sexual autoproducidas. En relación al género, las niñas están más expuestas al bullying y a solicitudes de contenido sexual, mientras que los niños enfrentan mayor violencia puntual e intrafamiliar.

Las formas de violencia más comunes a las que se exponen en el entorno online incluyen violencia contra personas, violencia hacia animales, ciberbullying, violencia racista y violencia machista. Respecto a la recepción y solicitud de imágenes con contenido sexual, un 17,58 % de los y las adolescentes de 13 a 17 años afirmó haber recibido imágenes sexuales, y un 15,75 % indicó que les habían solicitado enviar este tipo de material. Los chicos reportan mayor recepción de imágenes (55 %), mientras que las chicas indican mayor frecuencia de solicitudes (65 %). Estas cifras reflejan una clara vulnerabilidad de los y las adolescentes ante el abuso sexual en línea. Si bien no todas las experiencias fueron negativas, existe una necesidad urgente de educar sobre los riesgos y las consecuencias de compartir este tipo de contenido.

El impacto de la violencia en niños, niñas y adolescentes

Los datos sugieren una tendencia preocupante a minimizar el impacto de la violencia, especialmente en el entorno digital. Al respecto, un porcentaje significativo de niños, niñas y adolescentes reporta que la exposición a situaciones de violencia no les genera malestar (63,68 % en violencia online), lo que puede interpretarse como una normalización o desensibilización frente a estas experiencias. Sin embargo, una parte considerable (27,20 %) indica sentirse afectada, evidenciando un impacto emocional importante en algunos casos.

Aunque las personas menores de edad no sean conscientes de las consecuencias que puede tener la exposición a la violencia, no evita que esta puede generar efectos profundos y duraderos en su desarrollo emocional, social y psicológico, desde el aprendizaje de conductas violentas como forma de relación hasta estrés y ansiedad, depresión y baja autoestima, trauma emocional, alteraciones del desarrollo social bajo rendimiento o desmotivación académica, entre otras consecuencias.

Esta ‘normalización’ de las situaciones de violencia provoca que, en ocasiones, niños, niñas y adolescentes no sepan identificar que sufren o ejercen violencia, lo que, sumado a la minimización de su impacto, especialmente a nivel emocional, denota una importante falta de conciencia sobre las consecuencias psicológicas o una carencia de herramientas emocionales para procesarlas.

Lo anterior subraya la importancia de actuar a nivel individual y colectivo para que chicos y chicas tengan herramientas que les permitan, en primer lugar, identificar los diferentes tipos de violencia de los que pueden ser objeto, así como las consecuencias que esta puede tener para su desarrollo físico, psicológico y emocional y social, y, por otro lado, desarrollar habilidades emocionales y sociales que les permitan reconocer, expresar y gestionar sus emociones frente a las situaciones de violencia.

Estrategias de autoprotección

Los datos reflejan que, aunque la mayoría de los niños, niñas y adolescentes aseguran que tendrían estrategias suficientes para hacer frente a situaciones de violencia, destacando entre ellas la acción individual y el recurso a una persona adulta de confianza, principalmente padres/madres, aún existen brechas significativas en el conocimiento y la confianza en los recursos de ayuda disponibles.

Niños y niñas de 5 a 12 años tienden a buscar apoyo en figuras familiares cercanas o en instituciones como la policía o recursos online y un porcentaje significativo no tomaría acción alguna frente a situaciones de violencia, lo que evidencia una vulnerabilidad particular en este grupo. Por otro lado, los y las adolescentes de 13 a 17 años prefieren buscar ayuda en personas adultas de confianza o resolver la situación por sí mismos/as, demostrando mayor autonomía, pero también un posible desconocimiento o subestimación de los recursos formales disponibles.

Estos datos reflejan que es crucial implementar acciones educativas y de capacitación para garantizar que todas las personas menores de edad tengan las herramientas necesarias para enfrentar situaciones de riesgo de manera segura y efectiva, que sirvan para aumentar la conciencia y accesibilidad de recursos, difundiendo información clara sobre los servicios de ayuda disponibles, tanto formales como informales, reforzando, la confianza en los recursos disponibles.

Más información y resultados en el ‘Informe sobre la situación de la violencia hacia la infancia y la adolescencia desde la perspectiva de niñas, niños y adolescentes: percepciones y experiencias de niños, niñas y adolescentes sobre la violencia’: